Tomas Berdych puso el freno a Rafael Nadal, eliminado en los cuartos de final del Abierto de Australia después de un pésimo martes en Melbourne. El número tres del mundo, a trompicones durante casi todo el torneo, fue atropellado por un rival enorme que le derrotó pot 6-2, 6-0 y 7-6 (5), duro golpe sin más explicación que la del propio resultado.
El español, que llevaba 17 victorias consecutivas ante su opnente, jamás tuvo opción de subirse al tren. Alimentó la esperanza, como es natural en é, a partir de una tercera manga correcta, en donde utilizó el orgullo y el amor propio para plantear batalla a un Berdych descomunal. Pero no era el dÃa de Nadal y se despide de Australia en cuartos, perdiendo asà los puntos que defendÃa de la final del pasado curso.
Berdych tomó la iniciativa desde el primer instante, convencido el checo de lo que tenÃa que hacer. La estadÃstica le recordaba los precedentes, pero no juega en un grande, asà que el checho completó un encuentro sensacional y dominó en todos los aspectos. A partir de su poderoso servicio, controló la situación y atormentó a un Nadal desbordado. El balear perdió cinco veces su saque (dos de ellas con doble falta) y abarcó muy poca pista, una gentileza que no desaprovechó Berdych.
Con nueve juegos consecutivos, el centroeuropeo dibujó una de las victorias más sabrosas de su carrera. Hizo un 6-0 a Nadal en un Grand Slam, algo que sólo habÃa sucedido en dos ocasiones, y galopaba animado hacia un triunfo indiscutible. No le temblarÃa el pulso a la hora de cerrar, aunque ahÃ, con tres bolas de partido en contra, hubo murmullos por la tÃmida reacción de Nadal. Se ha ganado a pulso el beneficio de la duda.
No hay excusas en la derrota de Nadal, el primer en reconocer la superioridad de un jugador netamente superior. El campeón de 17 grandes, sin embargo, jugó sin agilidad y sus movimientos evidenciaban que el cuerpo no respondÃa igual. Se tocaba el abductor de la pierna derecha en repetidas ocasiones y no encontraba respuesta en su palco. En el lado opuesto, un Berdych superlativo que limpiaba las lÃneas con sus golpes.
Melbourne, de este modo, se queda sin uno de los tenistas más queridos, que piensa ya en su gira americana por la tierra. Nadal, que regresa el miércoles a España, busca ahora sensaciones en su superficie favorita.