Ganó Nadal, por supuesto. Lo hizo con cierta facilidad. Está ya en la final de Roland Garros, una cita que puede colocar en su calendario el 1 de enero de cada año y estar prácticamente seguro de que cumplirá su visita.
Su capacidad de imponerse en tierra batida es casi infinita. Incluso con buenos rivales, jugadores solventes, brillantes incluso, como es el caso de Juan MartÃn del Potro. Importa poco el oponente porque Nadal siempre sabe poner la batalla en su territorio. 6-4, 6-1 y 6-, una diferencia tan amplia en sensaciones como dicen los registros.
El ciclo de la vida del rival de Nadal es siempre muy parecido. El dÃa previo barruntan que va a ser difÃcil, pero también exponen que saben lo que puede hacer daño a Rafa.
Eso mismo ha hecho Thiem, que el domingo se enfrentará Nadal en la final. No suelen salir bien los planes de los rivales del español, aunque soolo sea porque la estadÃstica es testaruda en este sentido. Cuenta en Roland Garros 85 victorias por dos derrotas, uin historial elocuente e implacable.