Federer campeón en Miami

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Updated: April 2, 2017

El suizo gana su tercer título del año con un 6-3 y 6-4 en una hora y media.
Es la cuarta victoria consecutiva ante el balear, que jugó un mal partido, poco agresivo en su quinta final sin victoria en Key Biscayne.

Foto: Martini

Roger Federer se ha colado en la pesadilla de Rafa Nadal en Miami. Después de ganarle en el Open de Australia y de la superioridad que mostró en Indian Wells, Crandon Park confirma que mentalmente el suizo le ha ganado la partida. Tantas otras veces en el pasado pareció que Rafa le había tomado la medida al helvético. Ahora, la tendencia se ha invertido: por primera vez, cae ante él en cuatro duelos consecutivos. Nadal encontrará consuelo, después de caer ante Federer por 6-3 y 6-4 en una hora y 35 minutos en la final del Masters 1000 de Miami, en que su nivel de tenis ha subido notablemente en 2017, que es su tercera final del año igualando las del curso pasado y que la temporada de tierra es esperanzadora, pero seguro que no será suficiente. Con 35 años, un nuevo -viejo- monstruo amenaza al español. Es uno que empezó la temporada 17º y ya es capaz de engullir a todos a su paso. [Narración y estadísticas: 6-3, 6-4]

El ritmo del partido no fue de los que animan a los ocasionales a acercarse al tenis. Puede que el Federer-Nadal nos tenga demasiado acostumbrados al espectáculo, pero la 23ª final entre ambos no pasará a la historia. A ritmo lento, cansino, los dos parecían faltos de chispa. Y ahí, cuando Nadal no es capaz de agitar el partido, acaba imponiéndose el talento de Federer. La sensación después de la final es que se lo puso demasiado fácil. Sus errores no forzados, 23 por apenas 15 winners, fueron demasiados. Ni a la quinta final fue la vencida, la segunda vez que su verdugo en Miami es Roger. Allí donde por primera vez venció al manacorí, ha regresado, confirmando que quiere ser eterno, y pocos se atreverán a rebatirle.

Sin miedo a la precipitación, puede asegurarse que quien más tenía que perder en la pista central era Rafa, por la presión de una quinta final y la posibilidad del suizo de perpetuar su dominio en el clásico. La humedad, cercana al 75% en Cayo Vizcaíno, y la tensión a ambos lados de la red, provocaban que la raqueta se deslizara peligrosamente entre los dedos. Además, el precedente de Indian Wells, donde el diestro apabulló, estaba lo suficientemente cerca en el tiempo como para valorar la hipótesis de que el ganador entonces podía jugar al mismo nivel. Pero no tuvo nada que ver. En un primer set disputado, en casi todos los turnos de saque concedieron ambos oportunidades de break.

Fue Federer quien salvó las dos primeras opciones de rotura, en un inicio de película cuyo director parecía haber entregado a cada finalista el guión del otro. El suizo, agresivo, luchaba para levantar las dos bolas de break, mientras que Nadal firmaba con comodidad su servicio gracias a sus buenos saques. En casi todos los turnos del primer parcial, la rotura aparecía, puntual. Incluso por partida doble a ambos lados, pero los dos seguían empatados. Pronto se vio al balear en su versión menos agresiva, algo preocupante cuando delante está el ganador de 18 grandes. Pese a que Rafa se pudo ver por delante en varios momentos, hasta la mala suerte le visitó, con una bola de Federer que besó la cinta y cruzó al lado del mallorquín, evitando que comandara en el set. Justo después, Roger rompió y ató después el parcial.
El inicio de la segunda manga no era halagüeño. El reciente campeón en Australia firmó tres turnos consecutivos al saque en blanco, sin que Nadal le hiciera siquiera cosquillas. Éste, sin embargo, seguía bloqueado, pesado y sin capacidad de reacción. Un mal partido. Fue capaz de salvar dos bolas de break con 3-3, lo que pudo ser el subidón de adrenalina que avivaría la final, pero poco después el suizo volvió a repetir lo del primer set, quebrando y cerrando el campeonato. Pareció que quien llevaba más minutos en las piernas era el español, y no al revés. El 26º título de Federer se hizo realidad, y convertido en el ganador más veterano de la historia en Miami, su 2017 asusta a cualquiera. También a Nadal.

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