RG 2018: De película

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Updated: May 28, 2018

Marco Trungelliti era, hasta hoy, un tenista anónimo. 28 años, 190 del mundo y sin título alguno en su expediente. Su mejor ranking, 126, data de julio de 2016. Argentino, nació en Santiago del Estero, una provincia del norte del país. Ahora reside y se entrena en Barcelona, y su nombre sacudió este lunes el Bois de Boulogne, porque irrumpió desde la nada para protagonizar una de esas hermosas historias que regalan de vez en cuando los Grand Slams.

El domingo a mediodía, Trungelliti recibió una llamada. Su intención inicial era poner rumbo a Vicenza, donde iba a disputar un challenger después de caer en la última ronda de la fase la clasificación de Roland Garros, el jueves frente al polaco Hubert Hurkacz (6-3, 4-6 y 6-4). Sin embargo, la salida del cuadro principal del australiano Nick Kyrgios, por lesión, le abrió las puertas del grande francés de par en par. Ahora bien, en su condición de lucky loser –los perdedores afortunados, el banco de reservas de los torneos–, debía completar una doble misión: con un margen mínimo, debía desplazarse de inmediato hasta París y llegar a tiempo para cumplir la normativa y poder jugar la primera ronda contra el australiano Bernard Tomic.

Y Trungelliti, de 1,80, barbudo y melenudo de sonrisa fácil, uno de esos tenistas que juegan con el corazón, llegó a tiempo. Recorrió en un coche alquilado 1.000 kilómetros, en poco menos de 10 horas, y llegó a la capital francesa de madrugada, junto a su madre Susana y su hermano André. Luego estampó su firma, se vistió de corto y se plantó en la pista nueve del complejo, a las once de la mañana. Y, claro, por eso de no desaprovechar la gran oportunidad, venció a Bernard Tomic : 6-4, 5-7, 6-4 y 6-4 (2h 54m). De la transparencia meditática a la fama en menos de 24 horas.

“Nunca había estado en una sala de prensa tan grande ni con tantos periodistas, y yo no tengo redes sociales…”, reconoció el argentino, que durmió cuatro horas antes del encuentro. “Pero para correr, las piernas a veces no necesitan dormir”, bromeó. “Traté de tomarlo como un partido normal y por suerte salió bien. Todos los vuelos estaban cancelados y no había tren… Esto no suele pasar, no todos los días se juega una segunda ronda de un Grand Slam. Venía un poco cansado, así que intenté que todo fuera normal…”, prolongó.

Una recompensa mínima de 120.000 euros

Hijo de un bioquímico y una contable, Trungelliti también se desplazó a París con su abuela Dafne, de 90 años. El día anterior habían comido asado y se disponían a ir a la playa cuando la retahíla de bajas de última hora (Lu, Dolgopolov, Troicki, Krajinovic, Kicker, Rublev, Chung y Kyrgios) le rescató para el cuadro final. “Mi abuela está acostumbrada a armar viajes de un minuto a otro, así que nada más salir de la ducha le dijimos que nos íbamos a París y se volvió loca. Condujo sobre todo mi hermano, yo apenas tres o cuatro horas”, contó el protagonista.

Llegó el mensaje, y con él la gran oportunidad. Luego, la victoria más importante de su carrera. Y con ella, un cheque mínimo de 20.000 euros, que seguro aumentarán conforme dispute la segunda ronda, gane o pierda contra Marco Cecchinato. Este año se había embolsado 35.000 dólares (30.000 euros) y abandonará la Cité Lumière con al menos 120.000 euros. En sus 10 años previos de trayectoria acumuló 500.000. París, pues, bien vale esas 10 horas de coche. Trungelliti fue el gran protagonista por un día.

Tras la irrupción del argentino, el programa fue dándoles paso a las figuras. Novak Djokovic, ganador del torneo en 2016, no atraviesa por sus mejores días, pero la esperanzadora actuación en el Foro Itálico de Roma, contra Nadal, le ha devuelto cierta cuota a su candidatura. En su primer turno en París este año, el serbio solventó el compromiso contra Rogerio Dutra Silva por 6-3, 6-4 y 6-4 (2h 05m), y se enfrentará al mallorquín Jaume Munar, que remontó a David Ferrer, 15 años mayor que él, con un 3-6, 3-6, 7-6, 7-6 y 7-5 (tras 4h 15m).

Si Djokovic progresó, el que se quedó en el camino a las primeras de cambio fue Stan Wawrinka, triple ganador de Grand Slam y campeón en el Bois de Boulogne hace tres años. El suizo, de 33 años, también fue finalista el curso pasado, pero esta vez se irá del torneo con un enorme agujero. Perdió contra el manchego Guillermo García-López (6-2, 3-6, 4-6, 7-6 y 6-3, en 3h 30m) y por lo tanto perderá los 1.200 puntos obtenidos en 2017. Es decir, una vez que concluya esta edición y se actualice el lista, caerá más allá del puesto 250 de la ATP.

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